Una amiga distante.
Por lejos, no más ahora que antes.
Me Pregunta en su timidez.
Si ha sido ella todo este tiempo la razón de mi estupidez.
Y se me derrite la lengua por declarar:
No lo hice tan mal si mis palabras han tocado la puerta de tu curiosidad cuando antes de dormir decides leerme aquí.
Porque te gusta aquí.
Porque aquí siempre te voy a consolar.
«Porque aquí eres misterio.»
No fuiste mía en carne más que en algunos besos, no fuiste mía por mi cordura, no fuiste moda ni una cita de una noche, nunca fuiste más mía que aquí.
Porque te gusta aquí.
Porque aquí eres mía en mis poemas.
«Porque aquí eres lujuria.»
No se me quitan las ganas de tartamudear cuando cierro los ojos y arrogantemente me visitas en mi memoria, dudaré mis palabras aunque no estés aquí.
Porque te gusta aquí.
Porque aquí no te despeinas ni se te corre el maquillaje.
«Porque aquí eres autoridad.»
Entre tu lujuria, tu misterio y tu autoridad, no estás tan lejos ni tan cerca como crees que has huido, estás donde yo quiero, intacta como te recuerdo, en cada palabra que te he escrito, en cada segundo que te he pensado, realmente estás aquí secuestrada.
Aquí donde eres mía.
Aquí donde eres mía.
