Paredes azul cielo, gris claro y blancos siempre decoraron el acabado final. Una puerta blanca muy cercana a la salida principal daba facilidad de huir o de entrar. Esta siempre conservó su color y con los años como un buen roble siempre mantuvo compostura, abría y cerraba con frecuencia pues era un tipo amante de la privacidad. Una ventana bastante amplia en relación al tamaño de la habitación pero con un gotero mediocremente terminado obligo en varias oportunidades a trapear el piso por inundaciones, tampoco ayudaba el volado del techo y su terminación pues el viento en ocasiones arreciaba contra los vidrios e inflaba las cortinas al punto de azotar la puerta incluso si esta estaba cerrada, cosa que le descontrolaba el sueño y solo lo podía resolver colgando un paño entre los vidrios de aquella ventana de celosías y por si el viento aún así era inclemente; nada mejor que un trozo de papel bien doblado entre la junta de la puerta para ajustarla sin movimientos.
Siempre se quejó del clóset, la falta de espacio le incomodaba pues un metro y medio de ancho no era suficiente incluso para los pocos harapos que poseía. Gustaba de los pocos momentos en que se podía ver la ropa sin necesidad de descolgarla. Puertas corredizas hacían incluso mas incomoda la tarea. Los rieles habían sufrido el pasar de los años y básicamente las puertas se mantenían apoyadas directamente al piso y escasamente sobre rieles oxidados.
La habitación en cuestión diseñada con el mas mediocre conocimiento de arquitectura poseía una forma en "L", teniendo claro y para ilustrar mejor la mediocridad del diseñador la puerta abriendo directamente a la sala y por supuesto con el agravante terminal de no poseer baño independiente. Lo que en sus memorias seria luego un recuerdo tatuado de incomodidad para necesidades tan básicas como ducharse.
El espacio en "L" condicionaba solo un máximo permitido de dos distribuciones para un burdo catre y algunos otros checheres roídos por el pasar de varias familias que humildemente le habían regalado a aquel modesto muchacho. fueron verdaderamente muy pocas opciones para alguien que esperaba golpes espontáneos de creatividad en su trabajo, estudios, personalidad, etc.
Al final solo queda la descripción de aquel aposento en donde un catre de madera canela soporto con el pasar de más de 20 años los sueños y pesadillas del muchacho. En sus memorias quedarán los momentos de nostalgia, Yo solo los escribiré.
Sin embargo. Allí creció. Incluso con las buenas y las malas memorias allí creció ... Espera no volver a verla; no por odio, no por recelo, no por discriminar. Es solo porque ya el creció.
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