06 diciembre 2014

Habitación


Paredes azul cielo, gris claro y blancos siempre decoraron el acabado final. Una puerta blanca muy cercana a la salida principal daba facilidad de huir o de entrar. Esta siempre conservó su color y con los años como un buen roble siempre mantuvo compostura, abría y cerraba con frecuencia pues era un tipo amante de la privacidad. Una ventana bastante amplia en relación al tamaño de la habitación pero con un gotero mediocremente terminado obligo en varias oportunidades a trapear el piso por inundaciones, tampoco ayudaba el volado del techo y su terminación pues el viento en ocasiones arreciaba contra los vidrios e inflaba las cortinas al punto de azotar la puerta incluso si esta estaba cerrada, cosa que le descontrolaba el sueño y solo lo podía resolver colgando un paño entre los vidrios de aquella ventana de celosías y por si el viento aún así era inclemente; nada mejor que un trozo de papel bien doblado entre la junta de la puerta para ajustarla sin movimientos. 

Siempre se quejó del clóset, la falta de espacio le incomodaba pues un metro y medio de ancho no era suficiente incluso para los pocos harapos que poseía. Gustaba de los pocos momentos en que se podía ver la ropa sin necesidad de descolgarla. Puertas corredizas hacían incluso mas incomoda la tarea. Los rieles habían sufrido el pasar de los años y básicamente las puertas se mantenían apoyadas directamente al piso y escasamente sobre rieles oxidados.

La habitación en cuestión diseñada con el mas mediocre conocimiento de arquitectura poseía una forma en "L", teniendo claro y para ilustrar mejor la mediocridad del diseñador la puerta abriendo directamente a la sala y por supuesto con el agravante terminal de no poseer baño independiente. Lo que en sus memorias seria luego un recuerdo tatuado de incomodidad para necesidades tan básicas como ducharse. 

El espacio en "L" condicionaba solo un máximo permitido de dos distribuciones para un burdo catre y algunos otros checheres roídos por el pasar de varias familias que humildemente le habían regalado a aquel modesto muchacho. fueron verdaderamente muy pocas opciones para alguien que esperaba golpes espontáneos de creatividad en su trabajo, estudios, personalidad, etc.

Al final solo queda la descripción de aquel aposento en donde un catre de madera canela soporto con el pasar de más de 20 años los sueños y pesadillas del muchacho. En sus memorias quedarán los momentos de nostalgia, Yo solo los escribiré.
Sin embargo. Allí creció. Incluso con las buenas y las malas memorias allí creció ... Espera no volver a verla; no por odio, no por recelo, no por discriminar. Es solo porque ya el creció.

03 septiembre 2014

De tu arquitectura exquisita

Descubriste luego de la media noche en un tren sobre Siena destellos de luces en los fierros de Eiffel. Y Levantaste las cejas de impresión girando rápidamente tu cabeza para contemplar las sinuosas curvas que al contraste de la oscuridad dejaba ver por segundos los flashes de luz. 

Descubriste en una tarde soleada en Partenos la belleza hábilmente tallada en mármol desde hace mas de dos mil años. Y te paraste con los ojos entre abiertos como forzando la mirada para contemplar las sinuosas curvas que aquella columna modelaba con el pasar del viento empolvado.

Descubriste después de un almuerzo apresurado y en la calle de Hannah Arendt un mar de bloques de concreto paralizados en el tiempo. Y en un silencio sepulcral navegaste mar adentro para contemplar las sinuosas curvas que aquellas olas petrificadas te dejaban caminar.

Descubriste viejos hierros forjados en arcos, soldados, pintados y arriostrados a piedras que sorteaban el Duero hasta las costas del atlántico. Y con un claro estupor reflejado en los bellos de tus brazos tomaste tu cámara para contemplar las sinuosas curvas de aquellos fierros perfectamente armados para cruzar el río

Descubriste en una tarde de Corpus Christi calles abarrotadas de fieles peregrinando la eminencia hasta San Giovanni. Y sin ánimos espirituales pero habido de curiosidad te abriste paso entre la caterva para contemplar las sinuosas curvas labradas en aquel monumental templo

Descubriste al bajar de un bus de dos niveles y con tu equipaje maltrecho. un pepinillo de vidrio y hierro irrumpiendo impetuosa y petulantemente en el horizonte del Thames. Y con un rápido agite de brazos apuntaste a la colosal estructura solo para gritarle a todos "miren allá".

Ineludiblemente descubriste lo que un ilustrado difícilmente conocido por los alejados del ramo y de apellido Niemeyer dijo en algún momento invadido de sinceridad "Lo que me atrae es la curva libre y sensual, la curva que encuentro en las montañas de mi país, en el curso sinuoso de sus ríos, en las olas del mar, en el cuerpo de la mujer preferida..."

Lo que me atrae es tu doble curvatura